El día empezó hoy como todos los demás días, con un hermoso sol y un cielo despejado, las flores del jardín me daban los buenos días con su saludo multicolor, y el cántico de los pájaros eran mi mejor despertador.
En la sala como siempre el abuelo leyendo su periódico, papa hablaba con mi hermano sobre el auto y algunas reparaciones que debían hacerle, mama y mi hermana en la cocina preparando las tortillas que tanto nos gustaban; todo era felicidad en aquel momento.
Pronto pasamos a las mesas para degustar tan apetitoso desayuno, acompañado de un buen café cargado como le gustaba a la abuela, todos comíamos tranquilamente y entonces yo creí que la situación era oportuna para expresar aquello que me atormentaba desde hace varios días ya y tomando la palabra dije:
¡Escritor, quiero ser escritor!