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15 de junio de 2015

El amanecer de un nuevo ser

Aquella noche todo cambio, las luciérnagas dejaron de brillar, la luna no entrego mas su luz, las estrellas se ocultaron tras la danza ensoñadora de las nubes, no se oyó la música ni la risa de la gente en los bares y cantinas, los faroles no encendieron, los perros no ladraron y se ocultaron en los rincones mas oscuros de las casas, aquella noche todo fue tan sereno, tan silencioso y tan oscuro; Aquella noche el nació

En la penumbra.de la casa se oyó la voz de la matrona con voz serena pero alarmada: ¡Traigan paños y un poco de agua caliente! ¡El niño ya llega!.

La niña Isaura corrió y trajo lo pedido por la matrona, toco la puerta dos veces y al no haber respuesta insistió una tercera vez, pero antes de siquiera llegar a rozar la agrietada madera de la puerta, alguien la abrió desde adentro. Era Don Adrian quien cruzo el umbral con un rostro muy acongojado, como de preocupación, como si estuviera a punto de llorar sin lograr soltar ni una sola lagrima, y  sin decir nada se retiro y fue directo a la calle como si buscara que la inmensa oscuridad que había afuera pudiera despejar sus tan temidas dudas.

Cuando la niña entro, el espectáculo que encontró era digno de las mejores épocas de los circos romanos: Sangre, sangre y mas sangre, la habitación entera tenia sangre por todos lado, en las paredes, en el arenoso suelo, incluso en la pequeña mesa que se encontraba a un lado de la cama se veia correr un pequeño hilillo de sangre ahí donde la matrona había colocado los calzones de la mujer que pariendo yacía; la sabana misma parecía una sanguaza, un manto rojizo estropeado por la sangre que contenía. La niña entrego la jarra con agua a la matrona después de que esta arrojara unos trapos ensangrentados a un rincón de la habitación, ella hizo una señal y murmuro algo a una mujer que se encontraba a la cabecera y esta empezó a hacer presión en la zona baja del vientre de la mujer que se encontraba tendida desangrándose, mientas la matrona le limpiaba las piernas y la ingle con el agua caliente.

Ante tan sanguinario espectáculo la niña empezó a sentir nauseas y experimento una sensación que la hizo temblar de la cabeza a los pies, se retiro hacia un costado para evitar aquella terrible visión y se dirigió a un rincón de la habitación para que nadie notara lo pálida que se había puesto, aun así la cabeza le dio vueltas y antes de que pueda salir corriendo al notar el sabor agrio en la boca, vomito la pobre cena que había probado una hora antes, luego temiendo que los demás pudieran notarlo fue a buscar los trapos que había arrojado la matrona para ocultar el charco que se había formado, mas en cuanto se acerco lo suficiente a aquello noto en lugar de los trapos una masa sanguinolenta, casi liquida pero aun caliente, casi grita al darse cuenta de que aquello se trataba de los restos de la placenta o algo así pensó. Sin saber que hacer miro hacia la cama donde la matrona y su ayudante, una joven no mayor que ella misma, hacían denegados esfuerzos por tratar de salvar la vida de Doña Lucinda quien se encontraba en el suelo tirada y sufriendo una especie de hemorragia incontrolable que no se detenía por mas emplastos y bebidas que la matrona le diera a ingerir, sin embargo todo ello no preocupaba tanto a la niña como la otra cosa y ante tanto barullo de esa gente y al no encontrar rastro alguno no pudo por menos hacerse una angustiosa pregunta:

¿Donde diablos se encuentra el recién nacido?

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